Mauricio Macri se dio vuelta y sorprendió con un apoyo a Javier Milei en relación al veto a la ley que dispuso la recomposición de las jubilaciones, votada este jueves en el Senado con el apoyo de los senadores del PRO a los que él mismo había instado a votar a favor.
El ex presidente parece haber entendido que el desquicio de narrativas contradictorias y disparatadas, disparadas por Milei y amplificadas por sus jaurías digitales configuran el corazón de la estrategia de comunicación reinante en el convulsionado escenario de la coyuntura nacional, donde todo vale en una dinámica en que el valor de la palabra se diluye en los breves segundos que podría durar un posteo de Tik Tok.
“Por el bienestar de nuestros jubilados y los nietos de los jubilados, apoyo el veto del presidente Milei”, afirmó Macri después de ordenar a sus legisladores a votar en el sentido contrario. Y lo hace porque entendió que esa contradicción ya no genera disonancia cognitiva alguna en la manada Pro Libertaria, porque ya no hay marco ético de referencia, salvo el odio al Kirchnerismo.
Macri entendió el juego y ahora corre a Milei y le disputa el control del relato sostenido en el alimento constante de la posverdad. Y no lo hace por derecha ni por izquierda, lo hace dentro de su propio manicomio narrativo, donde la cordura y la ética ya son un lejano eco olvidado en el pasado de los viejos meados.