La crisis volvió a desatarse en la industria nacional tras las medidas definidas por Javier Milei que privilegian al poder concentrado en detrimento de la clase trabajadora.
La apertura de importaciones está pegando de lleno en distintos sectores que, sin avances concretos en la competitividad, analizan cesar la producción local y traer los bienes del exterior. Luego del derrumbe del primer trimestre hablan de una “segunda ola” de cierre de fábricas. La Unión Industrial Argentina (UIA) expresó su alerta, y hay preocupación por la destrucción de empleo e inversiones recientes que podrían quedar ociosas.

La gota que rebalsó el vaso fue la decisión del Gobierno de flexibilizar las condiciones para las compras al exterior a través de servicios de courier. De un máximo de u$s1.000 se llevó a un techo de u$s3.000 para esta modalidad y se quitaron aranceles para los primeros u$s400, duro golpe para la producción argentina.
Este es apenas uno de los aspectos de apertura en los que viene avanzando la administración de Javier Milei: previamente se eliminaron las licencias no automáticas, los valores criterios de la Aduana y se redujeron aranceles para cientos de productos. Todo, en un escenario marcado por la apreciación cambiaria y la caída del consumo.
Debido a estas medidas ya cerraron cientos de fábricas, como Adidas y Danica, entre las más emblemáticas.
La fabricante Aceros Zapla está prácticamente parada en la provincia de Jujuy. Está pagando con demoras el 85% de los salarios porque presentó un Procedimiento Preventivo. El futuro de los 230 trabajadores es incierto. El director provincial de Trabajo jujeño, Carlos Coronel, aseguró que “esta crisis tiene su origen en la liberación de las importaciones”.
Otro ejemplo. Sergio Peretti, dueño de la firma SLP que fabrica bicicletas, remarcó que pese al crecimiento de la empresa durante años anteriores “el panorama ahora no es tan alentador”. Advirtió en una entrevista con el portal Dos Florines que la baja de aranceles costará puestos de trabajo: “puede cambiar nuestro perfil, si los números no dan, pasaremos de ser una industria a una importadora”.
Uno de los puntos llamativos del caso, es que los repuestos que se utilizan para armar las bicicletas, siguen pagando aranceles. Trumpismo al revés, se le quita competitividad a los industriales locales para mejorarla a los extranjeros, se quejan. Si se dedica a revender mercadería del exterior, la firma podría reducir la mitad del personal
La situación se extiende a otros sectores: textil, indumentaria, metalúrgico, alimentos, electrodomésticos. Este último sector registra un crecimiento de las importaciones sin precedentes. Un dato ilustra la situación: el año pasado se importaban heladeras a un ritmo de 3.000 unidades por mes, ahora llegan al país unas 30.000 mensuales.
Un empresario del sector que realizó hace poco tiempo una inversión multimillonaria para fabricar equipos de una primera marca en el país, se preguntó qué va a hacer ahora que Argentina se encarece en dólares, que las mejoras en la competitividad no aparecen, el consumo cae y el aluvión importador llegó para quedarse.

By Brian

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