La interna en La Libertad Avanza estalló. El cierre de listas en la provincia de Buenos Aires dejó al descubierto que el poder real dentro del oficialismo no está en manos de las urnas, sino en una pulseada feroz entre clanes políticos. Karina Milei, empoderada como “la Jefa”, usó su cuenta de X para exigir lealtad ciega a quienes cuestionaron su armado electoral, y apuntó directo contra el sector que responde a Santiago Caputo, su principal rival interno.
Karina defendió sus decisiones como si se tratara de una guerra, no de elecciones. “La lealtad no es una opción: es una condición”, escribió, acusando a quienes la critican de atacar al mismísimo presidente. Pero desde las “Fuerzas del Cielo” le contestaron con ironía: “Lealtad no es obsecuencia”.
La disputa refleja un poder desgastado y corroído, donde los cargos se reparten entre familiares, ex peronistas reciclados, y operadores que hasta hace meses militaban para otros espacios. Entre acusaciones cruzadas y audios filtrados, quedó en evidencia que la supuesta lucha contra “la casta” es apenas una pantalla para un reparto de privilegios a medida.
Militantes libertarios recordaron viejas alianzas de quienes hoy encabezan las listas oficiales: nombres ligados al Frente Renovador, al PJ, al radicalismo e incluso a Jorge Macri. Mientras tanto, Caputo denuncia que le bajaron a todos sus candidatos y que fueron reemplazados por figuras que, según él, nada tienen que ver con el “proyecto original”.
El “triángulo de hierro” entre Milei, Caputo y Karina está al borde del quiebre. Lo que empezó como un movimiento contra la casta, hoy es un campo de batalla por poder, cargos y negocios. Y el “enemigo” —según Karina— ya no es el ajuste, ni la inflación, ni la pobreza. El enemigo es el que se atreve a discutirle un lugar en la lista.