Un informe de Bain & Company revela que el 48% de los argentinos reduce su gasto en alimentos y el 39% en ropa. La mayoría de los consumidores latinoamericanos recortan gastos y su capacidad de ahorro, impulsados por la inflación y la reconfiguración económica. A pesar de cierto optimismo empresarial, la caída del consumo masivo genera preocupación.
El bolsillo de los argentinos y de los latinoamericanos en general está bajo presión. Un informe reciente de la consultora Bain & Company para 2025 detalla que la mayoría de los consumidores en la región se han visto obligados a ajustar drásticamente sus gastos y a reducir su capacidad de ahorro. Esta situación afecta a un 70% de la población regional, lo que se traduce en una significativa caída en el consumo de diversos productos.
En Argentina, los recortes son particularmente notorios en rubros esenciales. El 48% de los argentinos encuestados ha optado por disminuir su consumo de alimentos, mientras que el 39% ha hecho lo mismo con la vestimenta. Estas dos categorías emergen como las principales válvulas de ajuste para reordenar las finanzas personales.
Los recortes no se limitan a lo esencial. El informe detalla que el 32% de los argentinos disminuye sus gastos en restaurantes, el 28% en entregas a domicilio, el 22% en productos de cuidado personal, el 21% en alcohol y el 20% en transporte. Estas cifras reflejan una estrategia generalizada de los hogares para adaptarse a la compleja situación económica.
Recortes en compras y en ahorros: nuevas estrategias de consumo
Más allá de los recortes directos, los consumidores latinoamericanos están adoptando nuevas estrategias para enfrentar el ajuste. El informe de Bain & Company destaca que muchos están optando por cambiar a marcas más baratas, reducir el volumen de compra o incluso empezar a «hacer más cosas por sí mismos».
Específicamente, el 38% de los encuestados ha decidido reducir la cantidad de artículos que adquiere, mientras que el 36% ha optado por eliminar la compra de uno o más productos por completo. Adicionalmente, un 30% ha trasladado actividades que solían realizarse fuera del hogar –tanto recreativas como obligatorias– al interior de este, buscando maximizar el uso de sus recursos.
En la búsqueda de precios más convenientes, el 43% de los consumidores ha empezado a comprar marcas más económicas, y el 31% prefiere ahora las marcas propias de supermercado. Asimismo, el 33% eligió reducir sustancialmente su gasto en energía.
La capacidad de ahorro también se ha visto seriamente afectada. El informe revela que solo el 9% de los consumidores latinos es capaz de ahorrar sin dejar de gastar en lo no esencial. Otro 30% logra ahorrar, pero únicamente adquiriendo lo esencial. En total, solo el 39% de los encuestados afirma poder ahorrar dinero de un mes para el otro, una cifra que se reduce drásticamente al 19% entre los hogares de bajos ingresos.
Alarmantemente, el 47% de los consumidores asegura que les cuesta adquirir productos esenciales, o que el dinero solo les alcanza para cubrir esas necesidades básicas. Este número se eleva al 63% en el segmento de ingresos bajos, lo que subraya la dificultad generalizada para cubrir las necesidades básicas.
El panorama para las ventas y las empresas: optimismo cauto
Alejandro Pérez, socio de Bain & Company y responsable de la oficina en Argentina, destacó durante la presentación del informe el impacto de esta situación en los sectores de venta. Observó que «las tiendas de barrio, de descuento, mayoristas y en línea fueron las que más crecieron, impulsadas por sus precios bajos y descuentos», reflejando el giro de los consumidores hacia opciones más económicas.
A pesar de la caída del consumo, Pérez detalló que la mayoría de las empresas clientes de la consultora expresan un «moderado optimismo» respecto al desarrollo, las inversiones y los negocios en el país. Atribuyen esto a las «reglas claras que refleja la actual economía argentina», surgidas de un «reordenamiento en la macroeconomía que permite inversiones sin intromisiones excesivas». La baja de aranceles a las importaciones y la quita de subsidios son algunos de los factores que, paradójicamente, configuran estas perspectivas empresariales.
Pérez explicó que la reducción del consumo y la capacidad de ahorro se vinculan con un «aumento en precios relativos como los servicios, la energía, la nafta y el transporte», que limitan el gasto en «productos no esenciales». En este sentido, un dato relevante para abril de 2025 es que el consumo masivo en el país mostró una leve recuperación, con una disminución del 0,1% respecto a marzo, luego de 15 meses consecutivos de contracción. No obstante, el acumulado del primer cuatrimestre del año registró una caída del 6,5%.
Para finalizar, Pérez señaló que las principales empresas «no creen que todo vuelva a ser como hace algunos años, con subsidios en todos los ámbitos y aspectos», y que «prevén menos aumentos». Sin embargo, la persistente caída del consumo y la reducción en la cantidad de consumidores generan cierta preocupación en el sector empresarial.
La mayoría de los consumidores padecen los aumentos
El informe de Bain & Company también arroja luz sobre la percepción de los precios por parte de los consumidores. Un abrumador 90% de los latinoamericanos cree que el precio de los productos y servicios ha aumentado en los últimos tres meses. De manera similar, el 87% manifiesta que los productos que compra regularmente subieron de valor en ese mismo período.
Según el 84% de los encuestados, los alimentos son los productos que más aumentaron. El transporte también figura como un sector con fuertes incrementos para el 44%, generando alta preocupación. Otros rubros que inquietan por sus subas son la electricidad (43%), productos de cuidado personal (38%) y restaurantes y cafeterías (33%).
Estos porcentajes son muy similares a los registrados en 2023, año en que la mayoría de los compradores eran catalogados como «consumidor reprimido». Sin embargo, en 2025 se observa una transición hacia la categoría de «consumidor equilibrado», es decir, aquel que ajusta su gasto para «mantener estabilidad y bienestar», gestionando preocupaciones como el costo de vida y la salud. No obstante, el informe recalca que este ajuste en los gastos no siempre es producto de una elección voluntaria, sino de una necesidad impuesta por el contexto económico.