Un extraño fenómeno empieza a tomar cuerpo en el conurbano bonaerense, donde una minoría intensa en redes sociales milita salvajemente la proclama de “Obra pública 0” propuesta por el ejecutivo nacional, pero a la vez le reclama a los municipios y a la provincia que hagan obras. Dando vida a un nuevo e inquietante sujeto político algo lisérgico y sumamente contradictorio, como aquel que va a la cancha alentar al equipo visitante, pero le exige los goles al equipo local.
La necesidad de las obras existe y el inquietante sujeto hace registro de eso, pero de todos modos vota a quien afirma que no las hará. En ese peculiar camino, el gobierno nacional que eligió no envía fondos para obras ni a la provincia, ni los municipios, pero enfrentarse a aquello que logró con su voto propone un espejo de espanto que el inquietante sujeto no logra ver por fuerza de su imperativo moral: votar por impulso emocional y no por aquello que podría suceder en la realidad efectiva. Este fenómeno cognitivo se presenta como un mecanismo de defensa para evitar una disonancia cognitiva, y así poder seguir repitiendo frases hechas que rebotan en las redes como mantras del universo terraplanista “Esa obra ya se pagó y se tendría que haber terminado hace muchos años “, lanzándose a opinar desbocadamente sobre el financiamiento de obras de mega infraestructura bajo el influjo celestial de los ladridos mortuorios de Conan.
Cabe destacar que las obras en ningún lado se pagan por adelantado, porque los desembolsos se realizan por avance de obra. Eso de que las abandonadas por Nación ya fueron pagadas es un mito. Por otro lado, las obras rara vez se terminan en el periodo estipulado, debido a las lluvias, inconvenientes durante la obra o instancias de inflación que obligan a rever los presupuestos. Como sucede con una obra doméstica donde rara vez terminamos de hacer una habitación nueva o un muro en el tiempo que fue planeado, en el transcurso siempre surgen percances que pueden retrasar el final de los trabajos.
Pero la intensa tribuna de la paradoja libertaria pone su sesgo de confirmación por sobre la realidad y agudiza el grito de “dame aquello que no pedí”, alimentado por dirigentes que ya se han enredado en un largo carretel ideológico, como el peronismo residual, el ARI de Carrio, el macrismo, o la UCEDE, y en algunos casos por todos esos espacios.

By Brian

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *