Mientras el gobierno libertario ajusta, dinamita y recorta a ritmo de TikTok, parece que hay una familia que sigue encontrando oportunidades donde la mayoría solo ve recesión: los Menem. Sí, esos mismos. En este caso, la última entrega de la saga de negocios cruzados nos trae a Sergio Andrés Aguirre, socio de Martín Menem (presidente de la Cámara de Diputados) y flamante beneficiario de un millonario contrato con la obra social de trabajadores rurales, Osprera, intervenida —casualmente— por el mismo Gobierno que habla de “moralizar” el Estado.
Aguirre, gerente de HTECH Innovation, una empresa que hace “consultoría y asesoría informática”, fue contratado por los interventores designados por Casa Rosada (primero Virginia Montero, después Marcelo Petroni) para “modernizar” Osprera. En noviembre de 2024, HTECH ya había cobrado casi 48 millones de pesos. Pero eso fue solo el aperitivo: firmaron un contrato de 16 millones mensuales para 2025. Casi nada.
Claro que no es el único vínculo directo entre el clan Menem y la billetera del Estado. Días atrás se conoció que Tech Security, empresa de seguridad privada que fundaron Martín y sus hermanos, fue contratada por el Banco Nación por más de 3.900 millones de pesos. Ante el escándalo, Martín aseguró haberse “desprendido” de sus acciones. Como si renunciar a un asiento te volviera ajeno a la mesa.
¿Más? Sí, hay más. También está Global Protection Service (GPS), otra empresa que logró contratos por 3.000 millones y cuyos lazos con la familia Menem se sostienen a través de discretos intermediarios. Todo bien prolijito.
¿Y quién fue el que sugirió al interventor de Osprera? Eduardo “Lule” Menem, primo de Martín, funcionario clave en la Secretaría General de la Presidencia que maneja Karina Milei. Él recomendó a Petroni, quien contrató a Aguirre, que es socio de Martín. Redondo, ¿no?
Para asegurarse el control, el Gobierno primero desplazó a la conducción original de la obra social, manejada por la UATRE, cuyo titular José Voytenco ya denunció el desguace de Osprera. Por supuesto, nadie en la Casa Rosada se dio por aludido. Según Adorni, todo es una “manipulación periodística” y una “noticia vieja”. Lo nuevo parece ser el reparto de negocios, no la noticia.
Así, mientras la motosierra avanza sobre jubilados, escuelas y medicamentos, en el subsuelo del poder libertario florecen viejos apellidos con nuevos contratos. La revolución de la libertad, pero con Rappi estatal para los amigos.